5. ¿A quienes benefician los subsidios al campo?

 

I.- Extractos traducidos, resumidos y/o modificados para fines didácticos de: Small farmers seen gaining little from subsidies. Barry James, International Herald Tribune Friday, January 17, 2003.

 

Los miles de millones de dólares que diariamente pagan los contribuyentes en los países ricos en subsidios al campo van a dar a las manos de un puñado de familias o compañías que no lo necesitan de acuerdo con un reporte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de la que México es miembro.

 

La mayor parte del apoyo es recibido por individuos que no son agricultores, incluyendo terratenientes y proveedores de insumos agrícolas como maquinaria y fertilizantes. En el mejor de los casos un 50% de las familias rurales recibe algún beneficio y en el peor aproximadamente una cuarta parte. Los mecanismos de distribución del apoyo al campo distorsionan la producción y el comercio y son ineficientes para generar un aumento en los ingresos de los agricultores aunque, oficialmente, esta sea su razón de ser.

 

Los subsidios tienen el efecto perverso de volver a muchas familias pobres más pobres y/o expulsarlas de las actividades agrícolas, al aumentar los precios de la tierra. Estos datos de la OCDE coinciden con los de otros estudios incluyendo los de la muy conservadora Heritage Foundation de Washington quien sostiene que el grueso de los subsidios al campo en los Estados Unidos (EU) va a parar en las manos de las corporaciones y de los grandes agricultores, lo que les ayuda a comprar las pequeñas granjas. Los agronegocios y las grandes explotaciones agrícolas además, por poseer las mayores extensiones de tierras, debido a su economía de escala, son las granjas más rentables del país dice el reporte de la Fundación. Mientras tanto los granjeros con algunas acres** reciben poco o ningún subsidio. Lejos de constituir un seguro para el granjero pobre, los subsidios al campo en los EU son el programa mas grande de asistencia a las corporaciones, especialmente desde 1996, 10% de los más grandes receptores reciben más del 61% del dinero otorgado a nivel del país, y las desigualdades son aún mayores en los estados del sur del país.

 

La situación no es mejor en Europa: 80 % de los subsidios son para 20% de los agricultores, lo que justifican las organizaciones de grandes productores: ellos reciben más porque producen más; producen más porque tienen mayores inversiones. Pero los excedentes son subsidiados para competir en el mercado global y esto puede tener consecuencias desastrosas para los países en desarrollo. Países del sur de África que pueden producir azúcar a 1/3 del precio del azúcar europeo no lo pueden colocar en el mercado mundial porque los subsidios a la exportación les permite a los europeos vender sus productos a un precio aún menor. Los consumidores europeos y estadounidenses están pagando, a través de los subsidios, por destruir la capacidad de supervivencia de los países más pobres del mundo.

 

El Comisario para la Agricultura de la Unión Europea  piensa que los subsidios deben utilizarse para pagar un sueldo a los agricultores por conservar el medio ambiente en el campo lo que evitaría que muchos abandonen sus tierras; siguiendo esta idea otros añaden que los agricultores deberían también pagar por los daños al medio ambiente por el uso de fertilizantes y plaguicidas, lo que alentaría la agricultura orgánica.

 

Los países más ricos prometen en las negociaciones en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC) reducir o eliminar los subsidios a la agricultura si los países en desarrollo permiten la entrada de sus exportaciones agrícolas; en la realidad es poco probable que lo hagan.

 

II.- Extractos resumidos y modificados para fines didácticos de Soberanía alimentaria: una propuesta ciudadana de Fernando Fernández/AIS, Coordinador político de Plataforma Rural y colaborador de ACSUR.

Las comunidades campesinas se enfrentan indefensas a la desaparición de las políticas públicas agrarias que eran implementadas los gobiernos, y que con escasos medios permitían generar redes de abastecimiento y almacenaje de productos o controlar la demanda para evitar el desplome de los precios o apoyar a las familias campesinas con determinados subsidios básicos. El proceso de liberalización de los mercados de los productos agrícolas a nivel mundial impuesto por la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, hace aumentar el nivel de importaciones de productos agrarios en un contexto de precios bajos, lo que genera la reducción de los precios internos que afecta de manera negativa a las rentas en medio rural. La concentración de la propiedad de la tierra, el agua y otros recursos productivos es la asignatura pendiente en la mayor parte de los países en desarrollo, impidiendo a gran parte de la población rural participar en el sistema de producción.

 

La soberanía alimentaria es el derecho de cada pueblo a definir sus propias políticas agropecuarias y en materia de alimentación, a proteger y reglamentar la producción agropecuaria nacional y el mercado doméstico a fin de alcanzar metas de desarrollo sustentable, a decidir en qué medida quieren ser autodependientes, a impedir que sus mercados se vean inundados por productos excedentarios de otros países que los vuelcan al mercado internacional mediante la práctica del dumping, y a darle preferencia a las comunidades locales pescadoras respecto al control del uso y los derechos sobre los recursos acuáticos.

 

La propuesta de soberanía alimentaria va muy ligada a la libertad de reutilizar e intercambiar semillas. “Si queremos que la soberanía alimentaria exista, hay que afirmar muy claramente el derecho de poder reutilizar las semillas y que las semillas son parte del patrimonio mundial de la humanidad, como también prohibir las patentes sobre todos los seres vivientes, sean plantas, sean animales o el mismo género humano", enfatizó José Bové, líder del movimiento campesino francés.. La soberanía alimentaria no es una propuesta de reforma sectorial destinada a beneficiar únicamente a los productores de alimentos, sean campesinos o pescadores. Al contrario, ésta tiene repercusiones sobre el conjunto de los otros sectores de la sociedad; al garantizar precios justos a los campesinos, ella les permite vivir en su comunidad y limita el éxodo hacia los centros urbanos; es una propuesta ciudadana global que sólo tendrá la oportunidad de éxito y de ser adoptada en la escena internacional, si es apoyada activamente por sectores de la población que no producen directamente su alimentación".

 

Entre los obstáculos para el logro de esta meta, Bové cita los acuerdos en el marco de la OMC.  Él cuestiona, asimismo, el hecho de que los precios de mercado no se fijan a partir del costo real de producción, sino de manera artificial, de acuerdo a la fluctuación de los precios mundiales influenciados por los excedentes de la Unión Europea o de los Estados Unidos, o en la bolsa de materias primas, como es el caso de productos como el maíz, el cacao y el café.

 

III.- Extractos resumidos y/o modificados para fines didácticos del artículo Cuando la sed nos alcance de Carlos Fernández-Vega, La Jornada 23-06-07.

El Informe sobre desarrollo humano 2006 (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), informe advierte que el gobierno mexicano ha estado subsidiando el agotamiento del agua; mientras los grandes agricultores acaparan la mayor parte de los subsidios de riego, en el valle del Mezquital alrededor de medio millón de hogares rurales se sustentan gracias a sistemas de riego mantenidos a través de aguas residuales sin tratar. El precio del barril de petróleo crudo de exportación (159 litros) es de 674 pesos (22 de junio), contra mil 590 pesos de un barril de agua pintada con la fórmula mágica de la chispa de la vida, o marcas similares, mientras las vacas de los barones de la leche tienen mayor abasto de agua subsidiada que cualquiera de sus habitantes.

Los cultivos de regadío representan más de la mitad de la producción agrícola total y alrededor de tres cuartas partes de las exportaciones, dominados por productos de riego intensivo, como fruta, verdura y ganado. En la parte norte y central del país la demanda para riego y actividades industriales sobrepasa a la oferta. La extracción subterránea ha venido a cubrir esta brecha. La agricultura representa el 80 por ciento del uso del agua en México. El agua subterránea en la actualidad representa algo así como el 40 por ciento del uso total del agua para agricultura, pero más de 100 de los 653 acuíferos del país están siendo sobre explotados, lo cual causa un daño ambiental considerable y socava la actividad de los pequeños productores agrícolas. "En México, las tasas de extracción en alrededor de la cuarta parte de los 459 acuíferos del país supera en 20 por ciento la recarga a largo plazo, y la mayor sobreexplotación se produce en las partes áridas".

La extracción en exceso, alentada por los subsidios a la electricidad, es una amenaza para la productividad agrícola a largo plazo. En el estado de Sonora, por ejemplo, el acuífero costero de Hermosillo proporcionaba agua a una profundidad de aproximadamente 11 metros en la década de 1960. Hoy, las bombas extraen agua desde una profundidad de 135 metros, lo que no sería rentable si la electricidad no se encontrara subvencionada. El bombeo en exceso ha ocasionado intrusión de agua salada y pérdidas de tierras aptas para la actividad agrícola. Las agroindustrias que se dedican a la exportación se están trasladando hacia el interior desde las áreas costeras más afectadas, para poder explotar nuevas fuentes. El costo anual de los subsidios eléctricos es de 700 millones de dólares, y dado que el uso de la electricidad está vinculado con el tamaño del establecimiento agrícola, las transferencias son altamente regresivas. Esto significa que muchos de los usuarios más grandes reciben un promedio de mil 800 dólares por año, mientras que los más pequeños obtienen un promedio de 94.

Al subvencionar el consumo, los subsidios a la electricidad mantienen artificialmente alta la demanda de agua, de tal suerte que retirar el subsidio llevaría a que tres cuartas partes de los regadíos adopten prácticas más eficientes, como sistemas de riego con aspersores. También ofrecería un incentivo a los productores agropecuarios para dedicarse a cultivos que sean menos intensivos en cuanto a uso de agua. Así, el ahorro representaría cerca de una quinta parte del uso actual de agua, equivalente al consumo urbano total.